Trato agradable. Habitaciones amplias y muy limpias. El desayuno es casero, es decir, los dulces los prepara la dueña, una señora mayor, y están buenísimos. La situación es muy buena ya que queda a pocos metros del centro del pueblo. Si vas con coche se puede aparcar bien por los alrededores. La carretera es la que va a la Iruela y, a su vez, la que va hacía el camino del río Borosa. Sin duda, volveré a alojarme en este hotel.